(También, en Aragón Digital)

Estoy ante José Antonio Martín Otín, más conocido como “Petón”. Narrador, escritor, orador, empresario. Su último logro, junto a un buen equipo, ha sido llevar al Huesca SD a primera división. Para hacer esta entrevista, Petón se puso las mejores galas de academicista de lo emocional, en el sentido griego y figurado de las palabras, y desde el corazón, me regaló primicias que comparto (así como secretos verbales y no verbales que no voy a revelar). La brutal emoción que le produce marcar un gol es incomparable a cualquier sensación física emotiva.
Cree que toda su vida es un aprendizaje para llegar a ese punto en el que la razón pueda equilibrar a la pasión, lo sentimental, lo emotivo. “Las emociones fluyen de una manera espontánea y la razón al final las pone en equilibrio”, afirma. Como buen humanista renace por ciclos, siempre unido a su ámbito más querido. que es fútbol en el campo o en la radio, y se ha esmerado en ser cuidadoso con las emociones de los otros. Asegura que le gusta “trabajar por y para los demás. Y esa es la mayor compensación que tiene: dar alegría”.

¿”Alegría” como la que has transmitido a la afición con el ascenso del Huesca?
Exacto. Elevar el sentimiento de amor a pasión de una ciudad de 52.000 habitantes y una provincia de 250.000, que jamás se ha visto en un acontecimiento deportivo semejante en toda su historia. No te puedes imaginar, Sara, ver desbordada esa felicidad y cómo repercute en ti mismo. Eso tiene poco de racional aunque haya sido un trabajo lleno de razón hasta su consecución, pero sin la pasión inicial no habría sido posible.

Ante esa energía colectiva, a título personal, Petón, ¿qué emoción te produce a ti el ascenso del Huesca a primera?
Casi es como mis libros, deudas que pago… como con los personajes, deudas con seres admirables, deudas con tipos mal encasillados en la historia. El primer libro que escribí es un ensayo novelado sobre José Antonio Primo de Rivera y lo hice porque en la “Bodleian Library”, que es la biblioteca donde se rodó Harry Potter, descubrí la correspondencia de este señor con su amante. Nos habían pintado siempre que este tipo era un “San Luis”, un fascista inveterado. A partir de esa relación con una mujer (que era hija del primer ministro de Inglaterra,  Herbert Asquit, casada con el embajador de Rumanía), descubrí en esa relación adúltera, que también había una carga política, porque esa chica que era pro-socialista influyó en él. Y todo esto nos los tapaban. Cuando descubro esa correspondencia de amor transformador, me parece que ha llegado la hora de escribir para sacar de la casilla a alguien que nos vendieron como un arquetipo de costumbres.

Pensarías que seguramente es imposible transmitir su imagen humana…
Sí, pero no hay por qué dejar de intentarlo.

¿Esa constancia es la que te ha llevado a conseguir el ascenso del Huesca?
Algo parecido. El Huesca era un equipo que estaba promocionando a tercera división. Cuando decía “nosotros jugaremos en segunda pronto”, me contestaban: “estás loco, eso es imposible. Y yo declaraba entonces: “tendremos un día al Huesca en primera”.
Cuando ascendimos a segunda, lo grité desde el balcón.
Una vez que se hizo realidad, el presidente de la Liga de fútbol, que es de Huesca, me llamó para decirme: ”yo que te tengo cariño, sentía vergüenza ajena cuando decías hace muy poco que el Huesca jugaría en primera… y lo has conseguido”.
Fue una deuda pagada conmigo, futbolista de 21 años, que firmó con el equipo que no pudo jugar en primera división. Yo rechacé jugar con otros equipos de primera porque el Huesca me ofrecía prácticas en la radio y podía compatibilizar las dos cosas. En el momento que firmé con el Huesca lo hice para subir a primera división. No lo conseguí en el tiempo de futbolista, pero lo he conseguido ahora, que soy jugador de corazón… aunque no pise el campo.

Digamos que el tesón y la carrera de fondo van implícitos en tu ADN.
Es que no creo que haya nadie que pueda conseguir algo importante sin tener esa madera de maratoniano. Las cosas no se consiguen por un deseo y una improvisación.

Y, ¿tener claro dónde poner el foco?
Exacto. Tengo claro mis objetivos y cuento con que la fe me señale el logro que busco. En un pueblo muy bonito de tu tierra natal, que se llama Padrón, antigua Iria Flavia, había un lema que probó hasta Juan Negrín, presidente de la República, que dice “Resistir es vencer”. Pero tú lo has precisado muy bien. Hoy no hay que quedarse solo en la resistencia. Hay que resistir y avanzar.

Esa coherencia en tus palabras y emociones llenas de “deudas”, como tú las llamas, dicen de ti que eres una persona leal. ¿Te consideras así?
(Silencio). Hay secuencias de mi vida incluso, quizás las menos conocidas, las que guardo para mí, que justifican eso que acabas de decir y que me gusta mucho, y es lo más importante en mi vida: ser leal.

Petón, ¿cuándo empiezas a sentir el fútbol?
Antes de la infancia. Es la primera vez que lo voy a contar. Me parece que soy el resultado de una vocación frustrada. Mi padre jugaba muy bien al fútbol. Él era un joven apasionado y con 18 años se fue a la división azul. Desertó del servicio militar y se fue a una aventura mucho más combativa. Un año después le dijeron que ya había cumplido y podría regresar. Pero él prefirió quedarse al lado de sus “camaradas”. Un par de meses después, cayó herido y no le pegaron el tiro de gracia, porque deliraba en ruso, y los rusos necesitaban intérpretes para los otros prisioneros. Eso le salvó la vida e hizo que llevase siempre metralla hasta el final de su vida en el pómulo. He leído la correspondencia de mi padre después, que por su carga emotiva se publicó en diferentes medios como ABC. Y en una de esas cartas decía: “sufrí un accidente en la espalda, me recuperé y fui el mejor futbolista del campo de concentración”. Mi padre nunca lo dijo pero creo que tenía esa frustración de no haber podido ser el brillante futbolista que de muy jovencito era.

¿Cuándo sientes que empieza esa transferencia paterno filial de amor por el fútbol?
Cuando yo tenía 8 meses, mi padre le pidió a mi madre que me pusiese en mantillas y me llevó al Metropolitano, a ver uno de los últimos partidos de la temporada del Atleti. Así empecé a sentir su pasión. Por esta razón el fútbol es para mí una secuencia genético-emocional, que he intentado siempre embellecer, porque no es solo mía. Es de la lealtad que a mi padre debo por haberme dejado en herencia lo que más me gusta de mi vida: jugar al fútbol. Y luego ver y comentarlo.

Llevas su nombre, pero con una identidad propia, Petón, que suena muy cariñoso y creo que atendiendo a las técnicas de programación neurolingüística (PNL) te hace ser esa persona emocional que eres.
Pues puede ser. Yo me llamo José Antonio y había alguno más en la familia. En un consenso familiar decidieron llamarme Pepetón. Al día siguiente, mi tía Loli de Cataluña, que es un encanto, volvió a reunir al consejo familiar y compartió su consideración de que el nombre era muy largo; y propuso Petón. Aunque no lo dijo, en catalán “petó” es beso. “Petonets” es besitos. Y siempre he pensado que ella buscaba las dos cosas: por un lado acortar, hacer el nombre más contundente y fácil; y, por otro, meterle una carga de amor dentro.

¿Qué emoción has sentido cuando al final de la temporada, en el Metropolitano, Torres mete los dos goles y sale del campo con una despedida histórica, tú que has sido su mentor, amigo y representante?
Ahí también se da un fenómeno curioso, porque es una emoción atenuada que no está en sintonía con el resto del estadio, porque yo había vivido ya la preparación de ese día. Había participado con mis compañeros del Club en cómo iba a ser el acto de despedida, hermoseada por los dos goles de Fernando y la reacción popular, como tú dices. Pero aun así, todo lo que estaba sucediendo me provocaba una emoción controlada. No es comparable con la satisfacción de otros goles que he vivido en directo y que Fernando nos regaló en Copas de Europa, o el gol que le hizo a Casillas, o algunos goles con el Liverpool que además yo estaba comentando para TVE.
Pero al final del partido, cuando se estaba yendo todo el mundo y yo me quedé en la cabina de radio, y salí un poco más tarde que todos… entonces sí. En mi soledad fue cuando sentí la emoción de despedirme del último partido. Estaba caminando por la rampa de salida del campo y en ese momento es cuando fui consciente y dije para mis adentros: “adiós, Fer. Se acabó lo que empezamos juntos”. Y en ese momento sí sentí la emoción violenta que te embarga y no puedes controlar. Que viene de dentro y te rompe y se te asoman dos lágrimas.

Me hablas de emoción controlada, ¿puedes gestionar las emociones?
¿Sabes quién te lo explicaría muy bien? Un mito de la radio deportiva que se llama Germán Dobarro.
La radio ha sido una gran maestra para esto. Porque cuando estás frente al micro tanto tiempo, no tienes más remedio que poner límite a tu caudal emotivo. No hay nada más estremecedor que llorar en la radio, porque ahí se para el tiempo y eso es terrible.

¿Como en el caso del que hablábamos, de la despedida de Torres, en el que desde la razón gestionabas la emoción?
Sí. Tenía tanta información de lo que iba a suceder de todo aquello que la razón lo iba ordenando.
Queríamos que hubiera mensajes directos al corazón de la hinchada y en eso Fernando es el número uno. Que la emoción no se dilatara. Que no se abusara de ella. Que llegara a todo el mundo y hacer este día inolvidable.

Por lo que estás relatando, y dime si me equivoco, es como si fueras un director de orquesta de emociones.
Aquello lo fue y no fui el responsable. Me limité a matizar las cosas que tenían que ocurrir. Lo has descrito de una manera inmejorable. Se trataba de eso. Una orquesta gigante en la que sabíamos que todos los músicos iban a llevar el acorde perfecto y que era casi imposible porque el diapasón que lo medía era su propio corazón. Era imposible que fallara un vibrato. Todos los músicos inmejorables sabían qué partitura tocar para hacer lucir a quien estaba en el centro y quién era el protagonista de todo.

¿Y cómo un futbolista que crece y se alimenta a base de pasión y lealtad se convierte en un representante internacional de futbolistas con éxito en Bahía?
Hemos tenido suerte en el desarrollo del negocio. Nació en el seno de Antena 3 TV, y respondió a una idea mía, que acogió muy bien el vicepresidente de la cadena -que era Manuel Campo- y me pusieron al frente. Actualmente he delegado mis funciones de Director General en Margarita Garay, para hacer otras cosas que me generan menos tensión que las constantes llamadas y viajes.
Te va a sorprender lo que te voy a decir: teníamos un código ético, un estilo y nunca nos hemos permitido deshonestidades, inmoralidades… siempre hemos practicado la asesoría integral del jugador para defender al máximo sus intereses.
Hubo un momento en el que Bahía tuvo que decidir si hacer multimillonarios a sus dueños o tomar otro rumbo. Entonces elegí esta forma política de cooperativa, donde los trabajadores tienen una participación en los beneficios. A nosotros la ética nos ha ayudado a la expansión de la empresa. Te lo dije antes, el azar tiene que estar de tu lado para que te libre de personas que contaminan tu proyecto.

¿Y cuándo escribes tus libros?
Por la noche. Pero ahora llevo dos meses sin escribir. En ocasiones, el personaje te viene a buscar. Está contento con lo que has hecho y te busca para que le relates.
Cuando te pones a escribir ni te cansas, ni pasa el tiempo. Cuando miras el reloj, ya son las cinco de la mañana y a las nueve te tienes que levantar; pero vas fresco como una rosa porque has hecho algo que te ayuda a crecer.

Haces continuos homenajes a los mayores…
Uno de mis mejores amigos y maestros se llama Baba Sule y fue el segundo futbolista que nosotros fichamos. Este chico era campeón del mundo sub 17. Iba a ser una estrella y una serie de enfermedades se lo impidieron cuando ya estaba fichado por el Madrid con 21 años. Hoy es el utillero del Fuenlabrada. Es mi hermano. De hecho come en casa de mi madre más veces que yo.
Un día, Baba, que es la persona más adorable del mundo en el sentido angélico de la palabra, iba charlando conmigo y de pronto ya no estaba. Me di la vuelta y lo vi parado, en un banco, con dos niños a los que hablaba con una severidad y dureza brutal porque estaban burlándose de un anciano. “No sabéis lo que estáis haciendo. Un día seréis como él y ojalá seáis tan sabios. Os ha escuchado en silencio sin haceros caso”.

Esa enseñanza de tu amigo se hace luz en el hermoso homenaje que le haces a Pepín Bello, en tu libro “La desesperación del té”.
Yo sabía que Pepín no quería que se escribiese su historia sin sus amigos. Sin esa generación del 27 que eran Federico, Dalí, Buñuel… pero retratados como él los veía. Era muy severo con todos, excepto con Federico. Decía que Dalí era asexuado como una mesa y en ocasiones se volvía fantoche. Desde el amor más total y desde la grandeza de sus 104 años se permitía decir esas cosas, de las que me hizo confidente.

¿Quién te enseñó a saber escuchar?
Pues él mismo. Y no tiene ningún mérito. Todos los miércoles me reunía con él a tomar las cervezas. Ponía la grabadora y lo dejaba hablar y hablar… y en esa tarea, me enseñó una gran lección. A veces no estábamos solos y se sumaba algún intelectual. En una ocasión apareció una persona a la que dejó hablar horas y horas. Después le pregunté el porqué y simplemente me dijo: “porque necesitaba ser escuchado”.

¿Piensas que igual que entrenamos el cuerpo debiéramos entrenar el cerebro?
Absolutamente. Esa gimnasia cerebral tendría que acompañarnos desde el primer minuto de vida. Tenemos que conocer nuestro cerebro para darle vías y alimentarlo. Igual que si entrenas las piernas, te piden correr; si entrenas el cerebro, te pide su atención.

¿Crees que para ser un buen futbolista se necesita aplicar la inteligencia emocional en el campo?Lamentablemente, no. Hemos visto a Cristiano Ronaldo no abrazar a su compañero cuando mete un gol, porque no lo ha hecho él. O sentarse a 30 metros de todo el equipo, porque él no ha brillado en la final. Y se le respeta y se le aplaude igual; y los cien millones de seguidores que tiene el Madrid en el mundo, atentos a esta imagen. Por el contrario, Messi tiene una mayor inteligencia emocional y es mejor futbolista. También Fernando Torres ha cuidado las emociones de los otros una barbaridad. No hay ningún niño en el mundo que pueda decir que Torres no se ha parado a firmarle un autógrafo o acariciar su cabeza.

Petón, ¿cuál es el gol de tu vida?
Te lo contestaré dentro de unos años…

Vamos ahora a puntuar del 1 al 10 las emociones básicas que describe Paul Ekman en sus estudios. Esto es lo que en mi consulta llamo hacer un “termómetro emocional”…
ALEGRÍA: si me lo preguntas hace tres semanas hubiese sido 10, pero gracias a Dios se ha sedimentado y ahora estoy en un 7…
TRISTEZA: no es incompatible: un 6.
SORPRESA: estoy en situación de prevenga. Captación de jugadores: un 5.
MIEDO: 7
IRA: 3
REPUGNANCIA: muy poquito…

ANÁLISIS DE LA CNV
Petón me recibe y me indica con la mano derecha, movida por el lado racional del cerebro, dónde me sugiere sentarme. No ordena, pero gestiona el espacio con una sonrisa y con mucha inteligencia emocional. Él se sienta haciendo un ángulo recto y con vistas hacia la ventana de su despacho, en la que se ve ondear la gran bandera de España de la Plaza Colón. La posición entre los dos es colaborativa.
Al principio de la entrevista, Petón se reclina sobre el respaldo de su sillón, echándose hacia atrás, adoptando una posición de cautela. Sus movimientos son constantes, propios de una persona con gran actividad cerebral, que tiene que dar salida al exterior por las neuronas motoras, a su aparato locomotor. Curiosamente, lo que más mueve Petón son las manos y las extremidades superiores. Siendo futbolista sus piernas se anclan al suelo y mantienen una posición de equilibrio. Su rostro es altamente expresivo: continuas elevaciones de cejas, propias de las personas creativas e innovadoras; una sincera sonrisa de Duchenne, para generarse serotonina; y unos ojos, que utilizando la bella definición de Aristóteles “ventanas del alma”, me levantaron las cortinas.
A medida que la entrevista avanzaba, Petón se sentía más cómodo e interesado, y cuando empezamos a hablar de la inteligencia emocional se echó hacia delante, invadiendo mi espacio y buscando en el interior de mis ojos el conocimiento que poseo sobre el tema. El tono de voz que empezó con fuerza y vitalidad, pronto se fue serenando, modulando y haciendo unas inflexiones con su energía acústica que se convirtieron en caricias para mi tímpano. Los gestos de Petón me han enseñado que es diletante.

Para mí, una de las entrevistas más aleccionadoras en la conjugación de la emoción y la razón.

Un comentario

  1. De nuevo otra magnífica entrevista, destacando la conclusión final, me maravilla el análisis que realiza Sara Dobarro.

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