Adentrarse en el cerebro emocional de Alfredo Pérez Lambán, veterano y toda una autoridad en gestión hospitalaria, es todo un reto. Sabía que no sería fácil porque, aunque es notable su don de gentes, establece muy bien la frontera de su barrera emocional. En la actualidad ocupa el puesto de director gerente de la Clínica Montepellier del grupo HLA, en Zaragoza.
Me recibe en su despacho, con hilo musical y su jefa de prensa. Su mirada es astuta. Con una sonrisa defensiva y de poder, me pregunta si me molesta la música, para recordarme que estoy en su territorio. Acepto encantada la deferencia de preguntarme, pero la música clásica de fondo me parece perfecta para relajar la tensión del Dr. Pérez Lambán.

Estudió Medicina en la Universidad de Zaragoza. Se formó en Traumatología y tiene un máster en urgencias. Se trasladó a Madrid para ejercer como médico de urgencias en el Hospital de la Princesa. Es allí donde se sintió atraído por la gestión hospitalaria,  y donde se formó en gestión hospitalaria  en distintas áreas (Calidad- TQM, dirección de fundaciones y consorcios sanitarios, RRHH y RREE). Colaboró con consultoras en temas de liderazgo, y participó en el montaje de hospitales de campaña. Posteriormente le surgió la oportunidad de marcharse a Santiago, donde comenzó con una subdirección y terminó con la dirección del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela  -CHUS-. Antes de finalizar con la puesta en marcha del Clínico Universitario de Santiago, tuvo una oferta del Presidente de Asisa, de volver a su tierra natal para dirigir la Clínica Montpellier. Han pasado 18 años y sigue con la ilusión del primer día…

P.- Alfredo, cuando hablas de Galicia te chispean los ojos de una manera especial… ¿Se te ha contagiado la morriña gallega?
Si te soy sincero, me hubiera encantado quedarme a vivir allí. Fui muy feliz.  Si no hubiese tenido familia, probablemente me hubiera quedado en Santiago…

P.- Estarías muy enamorado, Alfredo…
[Sonríe]. Siempre hay que estar enamorado. Es el estado ideal. Era  muy joven. Me casé y fui a Madrid, donde viví 9 años. Cuando me fui a Galicia aún no había cumplido los 37.

P.- ¿Y de ese matrimonio nació un hijo?
Sí, Alfredo junior. Es lo mejor que me ha pasado, con diferencia. Además de padre e hijo, tenemos una relación de mucha complicidad, de confianza. Ahora trabaja conmigo en su especialidad de fisioterapeuta.
¿Puedo contar una anécdota? Cuando fui por primera vez a Santiago, le pedí en el tradicional ritual al Maestro Mateo, tres deseos conforme daba los tres cabezazos de rigor con la mano apoyada en la “cachola”… el último deseo, porque no se me ocurría otro, fue “me gustaría vivir aquí”. Otro, que me gustaría tener un hijo. Pues bien, tres de tres. Un pleno como la Catedral.

P.- ¿Y el tercer deseo?
Te he dicho dos, pero fue pleno. Algo hay que guardarse…

P.- Trabajo vs. Amor, ¿cuáles son las emociones que fundamentan tu vida?
Mi emoción principal es la alegría. No soy una persona que mantenga exteriorizado mucho tiempo el enfado. Tengo que tener un abanico amplio de alternativas que me motiven. Me gusta sorprenderme con la gente con la que trabajo a diario.
Necesito el contacto con la naturaleza. Me fascina pasear por el campo y descubrir imágenes bellas. Disfruto con los amigos y con amistades que he ido cuajando a lo largo del tiempo, tanto personas que me acompañan desde la infancia, como nuevas que vas haciendo allá a donde vas…
También me gusta mucho la música.

[Un acierto el haber mantenido el hilo musical, pienso.]

P.- ¿Qué música te gusta?
Me gusta todo tipo de música y que me acompañe y me diga algo. Disfruto muchísimo con los cantautores y dentro de estos, estoy enamorado de Sabina. Sus letras son divertidas, autobiográficas y las escribe con una mezcla de picardía y poesía…  La música ha de relajarme.

P.- Te gusta Sabina por su música y por el mensaje de sus letras… ¿Eso puede ser síntoma de que eres un hombre que procura mantener el equilibrio entre emoción y razón?
Evidentemente. Por mi formación, tengo que hacerlo. La medicina es una ciencia, pero no es matemática. Eso de que no hay enfermedades, sino enfermos, es más real que la vida misma. Tal es así, que en el proceso de terapia hacia la sanación al que sometemos a un enfermo doy tanta importancia a los conocimientos para curarlo, como a las emociones. No en vano,  la medicina es la más científica de las artes y la más humanística de las ciencias.

P.- ¿Crees entonces en la empatía médico-paciente?
Es fundamental. Como dice en el libro que te regalé y veo en tus manos, que son unos apuntes del profesor José Bueno, Catedrático de medicina Interna y al que quiero mucho (“mi hermano mayor”): “la relación médico – paciente se fundamenta en tres pilares: la libertad, yo te elijo-tú me eliges;  la confianza en la ética y conocimientos del profesional y el afecto entre ambos”. Cuando se dan esas tres situaciones se da la explosión del ejercicio de la profesión médica

P.- Es curioso que me hables de las emociones como médico cuando desde hace años ejerces la gerencia de hospital… ¿La gestión es emocional?
La gestión es súper emocionante. Hay muchos tipos de gestión dentro de la gestión sanitaria tanto pública como privada. Un hospital es una empresa atípica, comparado con una empresa convencional. Un hospital trabaja las 24 horas del día los 365 días del año. La materia prima en este caso son los profesionales y los pacientes. Ojo, que estamos hablando de personas. Esa gestión no sólo se centra en los números, sino en formar buenos equipos y dotarlos de mejores materiales y, así, dar la mejor calidad asistencial. Es evidente que eso se tiene que traducir a un balance numérico positivo, pero la gestión hospitalaria es más de relaciones humanas que de pura matemática.

P.- ¿Qué valoras de las personas que trabajan contigo?
Además de su aptitud profesional, me gusta la gente que expresa su actitud. Las personas que no preguntan ni te dicen lo que sienten en un momento determinado, por mi experiencia, creo que van a dar muy poco de sí, desde el punto de vista empresarial.

P.- ¿Te consideras un hombre con inteligencia emocional?
Soy una persona que me gusta poco puntuarme y valorarme, para eso –pienso- están los demás. Me considero una persona emocional, que me gusta lo que hago, que siempre daré gracias porque creo que he tenido suerte en la vida…

P.- También habrás tenido errores, como todos… ¿Hay alguno que haya sido especialmente aleccionador?
Los mayores errores que he podido cometer, a mi juicio, han sido con personas. Tanto en el plano sentimental, como en el profesional. En el plano profesional, me he arrepentido de poner a algunas personas en determinados puestos cuando creía estar muy seguro de mi toma de decisión y sobre todo tras tantos años de experiencia.  Aunque, no olvidemos, solamente no se equivoca el que no hace nada. Hay que rectificar en ocasiones.

P.- ¿Practicas la escucha activa, Alfredo?
Procuro, y reconozco que no resulta fácil. Es más difícil cuando ya tienes una trayectoria, porque ese largo recorrido te da seguridad, pero cuando reflexionas te das cuenta de que te falta mucho por conocer.

P.- ¿Te reportó diferente emocionalidad la gestión de la medicina en Galicia y en Aragón?
Mi paso por otras ciudades, otras culturas y tradiciones me ha enseñado que hay otras vidas más allá de tu propia tierra. En Galicia me recibieron muy bien, tanto la comunidad médica como la gente en general. Los colaboradores que tuvimos hasta el final fue toda una corte de catedráticos: desde el Prof. Barrio, al Prof. Peña Guitián… Fuimos con unas ideas vanguardistas y las aceptaron muy bien. Aportamos  cursos de liderazgo, comunicación, actitudes con C. Era una gran oportunidad la de poner a andar un complejo sanitario con tanta tradición a sus espaldas y conseguimos hacer el Hospital de referencia del siglo XXI en Galicia. Antes de mi paso por Madrid y Galicia, pensaba que solo éramos acogedores los aragoneses y como he dicho, me han acogido también muy bien en otras ciudades.

P.- Como crees en la comunicación, y en las emociones, por mucho que avance la tecnología, ¿no ves entonces a un robot curando a un humano?
Dicho así, no. Cada persona tiene sus propias vivencias sobre su salud o sobre su enfermedad. Un robot nunca empatizará con una persona igual que otro ser humano…
La tecnología es buena. Depende de para y cómo la utilices. En cirugía ya se dispone de robots que trabajan en quirófano, pero son guiados por el hombre y previamente el paciente ha sido diagnosticado por un médico. Hoy por hoy, no creo que el robot pueda aportar nada en el plano emocional…

P.- ¿Hay algún sueño por cumplir?
Ahí me has dado. Me gustaría, sinceramente, que algunas de las cosas que he hecho en esta vida tengan un valor añadido para alguien, como lo han tenido para mí personas que han influido para bien.

P.- Ahora, me gustaría que puntuases del 1 al 10 las emociones básicas que ha clasificado Paul Ekman, según cómo te encuentres en esta etapa de tu vida… Esto es lo que en mi consulta denominamos el “termómetro emocional”.
Alegría
R.- 8
P.- Tristeza
R.- 5.  Por las cosas que pasan a mi alrededor…
P.- Sorpresa
R.- 7
P.- Repugnancia
R.- 5,  por lo que ocurre en esta sociedad.
P.- Ira
R.- 3
P.- Miedo
R.- 5

ANÁLISIS DE LA COMUNICACIÓN NO VERBAL
Los gestos y la mirada de Alfredo Pérez Lambán me hablan de un cerebro con gran capacidad neuronal, es decir con facilidad para abrir conexiones diferentes y adaptarse a los cambios. Disfruta de las relaciones sociales y le gusta ponerse a prueba, como al hacer esta entrevista. Sus movimientos están medidos, aunque adopta una posición de cierta competencia (cruza la pierna sobre la rodilla sujetándola con la mano) típica de quien suele salirse con la suya. Cuando se relaja, al hablar de Galicia, me mira con  franqueza y muestra las palmas de las manos. Maneja la racionalidad y la emoción al cincuenta por cien. Sabe manejar con éxito el factor sorpresa. Muestra de ello es su arqueo de las cejas y que sus años más fructíferos a nivel profesional han estado primero en Santiago, y después en Zaragoza. Su capacidad de manejar las emociones a favor de la razón, le llevan a apostar por empresas y líderes con inteligencia emocional y máxime cuando dirige hospitales con profesionales orientados al bienestar de los pacientes, como prioridad.

 

SARA DOBARRO

Un comentario

  1. Magnífica entrevista en todo su contenido, especialmente el análisis de » la comunicación no verbal» me ha encantado.
    Felicidades Sara.

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